Leyendo la carta de Pablo a los Efesios, llamó mucho mi atención el hecho de que en tres párrafos distintos se hace hincapié en lo que debe salir de nuestra boca y lo que no, que es una parte importante de nuestro actuar como cristianos.
Muchas veces nuestra lengua va más rápido que nuestro pensamiento y luego nos arrepentimos de lo dicho, por eso pienso que siempre es mejor morderse la lengua y someter al corazón de Dios nuestros dichos.
Dentro de lo expresado por Pablo en esta carta, tenemos algunos lineamientos que debemos tener presentes:
- No hablar con palabras corrompidas
- Que nuestros dichos sean para edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
- No usar palabras deshonestas, groseras, necias o que no convengan
- Hablar dando acciones de gracia, salmos, himnos o cantos espirituales
- Cantar y alabar al Señor de nuestro corazón
Hoy día, las malas palabras, las ofensas y otras similares llenan páginas de internet, estados de facebook/twitter, portadas y páginas de diarios. Pero nosotros tenemos el llamado a controlar nuestra lengua, y que nuestros dichos sean edificantes, honestos, agradables al paladar del Padre, con amor y preocupación por el otro.
Cuidemos nuestro hablar, porque nuestra boca hablará de lo que hay en nuestro corazón.
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